Desde la llegada de Javier Milei al poder, la política de austeridad económica ha desencadenado una drástica caída del poder adquisitivo en Argentina, afectando particularmente a los sectores más vulnerables. Esta situación ha generado un panorama de descontento social, marcado por el aumento de la desigualdad y la desconfianza hacia las instituciones.

Uno de los efectos más visibles de estas políticas ha sido la contracción del consumo masivo a lo largo de 2024. Aunque en los últimos meses del año se observaron leves indicios de recuperación, las cifras anuales reflejan un deterioro significativo. Según datos preliminares de Scentia, las grandes cadenas de supermercados habrían registrado una caída del 18 % en diciembre de 2024 frente al mismo mes del año anterior, aunque esta cifra representa una desaceleración frente a meses previos como septiembre, cuando la contracción alcanzó el 22,3 %.

El panorama es aún más preocupante si se analiza la evolución anual: hasta noviembre, las ventas acumulaban una disminución del 13,5 %, afectando especialmente a rubros como bebidas —con y sin alcohol— y productos impulsivos. Las bebidas alcohólicas sufrieron una caída del 19,2 %, mientras que las golosinas y las bebidas sin alcohol registraron descensos del 18,6 % y 17,5 %, respectivamente. Otros sectores, como los productos de higiene y cosmética, también reflejaron contracciones significativas, alcanzando el 16,6 %. Aunque diciembre añadió más puntos a estas cifras negativas, se estima que la contracción anual cerrará alrededor del 15%.

La eliminación de subsidios a servicios esenciales, como electricidad y transporte, provocó un aumento abrupto de tarifas que no fue acompañado por un incremento proporcional en los ingresos familiares, desbalanceando los presupuestos de los hogares. Este ajuste coincidió con una reducción drástica del gasto social, dejando a millones de personas sin apoyo en un contexto de crisis económica. Como resultado, más del 45 % de la población vive bajo la línea de pobreza, con un impacto particularmente severo en los sectores más vulnerables.

La clase media también se ha visto afectada, enfrentando mayores niveles de endeudamiento para cubrir necesidades básicas como alimentos, medicinas y servicios de salud. Los costos de vida se han disparado, con incrementos de más del 50 % en productos esenciales, lo que ha intensificado el malestar social y generado protestas contra las políticas gubernamentales.

De cara a 2025, las perspectivas del sector retail son moderadamente optimistas. Aunque se espera una recuperación en las ventas, los analistas coinciden en que será gradual y no alcanzará a compensar las pérdidas acumuladas en 2024. Según proyecciones del sector, las ventas podrían crecer entre un 3 % y un 4 % durante el año, lo que representaría un respiro, aunque insuficiente para revertir el impacto de la crisis.

En este contexto, la recuperación del poder adquisitivo y la reactivación del consumo siguen siendo desafíos clave para los próximos años, mientras los argentinos continúan enfrentando un escenario de incertidumbre económica y social.