
En los últimos 12 meses, Argentina ha experimentado un aumento alarmante en el número de personas en situación de calle, un fenómeno que refleja la profundización de la crisis económica y social en el país. Según datos y testimonios recogidos por Página/12, este incremento es visible en las calles de Buenos Aires y otras ciudades importantes, donde cada vez más personas duermen en veredas, plazas y estaciones de tren.
Alfredo Suhring, empleado de la librería Zivals en la esquina de Corrientes y Callao, capturó una imagen que se viralizó rápidamente en redes sociales. La foto muestra una larga fila de personas durmiendo en la vereda bajo el sol abrasador de una mañana de verano. “Nunca había visto algo así en más de 20 años trabajando aquí”, relató Suhring. “Es un cuadro desgarrador que se repite en casi todas las cuadras de la ciudad”.
Horacio Ávila, de la organización Proyecto 7, confirma esta tendencia. “El aumento es evidente. Lo anticipamos desde el inicio del gobierno de Javier Milei, cuando se desregularon los alquileres y los precios se dispararon”, explicó. Según Ávila, muchas de las personas que hoy viven en la calle son trabajadores informales que perdieron sus empleos debido a la caída del consumo y la falta de protección laboral. “Quienes trabajaban en lavaderos de autos o hacían changas ahora no tienen ingresos”, detalló.
La Ciudad de Buenos Aires, epicentro de esta crisis, no solo alberga a sus propios habitantes sin techo, sino también a quienes llegan desde la provincia de Buenos Aires y otras regiones del país en busca de oportunidades. Muchos esperan encontrar trabajo, un plato de comida o simplemente un lugar donde dormir. Sin embargo, la realidad es que la situación se ha vuelto insostenible. Según datos oficiales del gobierno porteño, en noviembre de 2023 el número de personas en situación de calle aumentó un 35% respecto al mismo mes del año anterior, alcanzando un total de 4.416 personas. No obstante, organizaciones sociales como Proyecto 7 estiman que la cifra real supera las 12.000 personas, triplicando las estadísticas oficiales.
Esta problemática no se limita a la capital. En ciudades como Santa Fe, Paraná y San Salvador de Jujuy, también se registran cientos de personas viviendo en la calle. Un censo nacional realizado en 2023 reveló que el 88,3% de las personas en esta situación son adultos, mientras que el 11,7% son niños y adolescentes. Además, el 15,3% son mujeres y el 0,5% se identifican como personas trans o travestis. La franja etaria más afectada es la de 30 a 39 años, seguida por jóvenes de 18 a 29 años.
La Asamblea por los Derechos de las Personas en Situación de Calle (APDPSC) advierte que la crisis económica y social ha llevado a un aumento preocupante de niños y adolescentes que viven solos en las calles, sin un adulto que los acompañe. “Esto no nos sorprende, pero es alarmante”, señalaron desde la organización.
En los alrededores de la librería Zivals, las “ranchadas” y las personas que intentan sobrevivir son cada vez más visibles. Rubén, de 30 años, llegó desde Rosario hace seis meses. “En Buenos Aires siempre se consigue algo para comer”, dice. Lucas, de 36 años, se mudó desde Lugano al centro escapando de problemas familiares y adicciones. Ahora junta cartones y depende de comedores comunitarios para alimentarse. “Está difícil conseguir una changa”, lamenta.
Carlos, quien lleva casi una década viviendo en la calle, asegura que nunca vio tanta gente nueva llegando cada día. “La crisis está pegando fuerte”, coincide Andrés, mozo de La Giralda, quien observa cómo los fines de semana las calles se llenan de personas pidiendo ayuda.
A pesar de la gravedad de la situación, las políticas públicas para abordar este problema son insuficientes. La Ley Nacional de Personas en Situación de Calle, sancionada hace tres años, aún no ha sido reglamentada en su totalidad. Esta ley prometía la creación de una red nacional de centros de integración social, pero su implementación es casi nula. “Es una letra muerta”, denuncia Ávila. “El gobierno no ha asignado presupuesto ni mostrado interés en cumplirla”.
Mientras tanto, organizaciones como Vientos de Libertad (MTE) intentan paliar la crisis. Brian González, referente de un centro barrial en Once, explica que en enero recibieron a muchas más personas que en meses anteriores. “Pasamos de atender a 300 personas en la olla popular a 500 en menos de un mes”, detalla. Muchos de los que llegan son cartoneros o vendedores ambulantes que ya no pueden pagar un alquiler debido a la caída de sus ingresos.
La combinación de políticas económicas desreguladoras, la falta de protección social y la inflación galopante ha exacerbado la pobreza y la indigencia en Argentina. Mientras el gobierno prioriza ajustes fiscales, miles de personas quedan atrapadas en las calles, sin acceso a vivienda, alimentación o trabajo. “No nos extraña que esto ocurra”, concluyen desde la APDPSC. “Pero es urgente que se tomen medidas concretas antes de que la situación se vuelva irreversible”.
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